domingo, 19 de febrero de 2012

El loro peronista


Pedro Dobrée

pdobree@neunet.com.ar

Por vivir en Patagonia y tener buena parte la familia en Córdoba, con mi esposa hemos hecho innumerables viajes entre el Alto Valle del Río Negro y la ciudad de Córdoba.

Como casi todos estos viajes fueron hechos en automóvil, he podido transitar muchísimo por la ruta Nacional 35, que une las ciudades de Bahía Blanca y Río Cuarto.  Pero antes de llegar a ella hay que viajar por la estepa del norte de la Patagonia, cruzar el río Colorado y luego avanzar por el oeste pampeano.

Mucha gente se queja de la aridez y la uniformidad de estos tramos, pero yo siempre he encontrado razones para entretenerme en esas largas horas de manejo, con la familia durmiendo, buscando motivos para mi curiosidad en los pocos animales que se observan a la vera del camino, como zorros o liebres o martinetas, o alguna enorme araña cruzando el pavimento. Me preguntaba también por los habitantes de las pocas viviendas que generalmente se anuncian con carteles al lado del camino: Estancia La Mabel, o La Quien Sabe, o la Primera Argentina. Puesteros, propietarios, encargados de majadas o rodeos, esposas e hijas, conviviendo con la jarilla, los salitrales y la soledad.

Pero luego de varias horas de viaje llegábamos al valle en donde está la población de General Acha y que está conformado por viejas dunas y poblado de enormes caldenes, que son árboles hermosos que brindan gran sombra a los animales en las tardes de calor del verano y en cuyas grandes y redondas copas anidan calandrias, horneros y palomas.  En los alrededores de General Acha están los paisajes rurales que de todo el país, más me atraen: la Laguna de Utracán, los parajes de Algarrobo, al oeste, y Padre Buodo al este, en donde se accede a la Ruta 35, y finalmente sobre esta ruta hacia el norte, lo que hoy es el Parque Luro, con su gran casona que ahora es de la Provincia de La Pampa y la laguna siempre poblada de flamencos rosados.

Algo más al norte se pasa por la ciudad de Santa Rosa. Me acuerdo que en los primeros años que la conocí era una población relativamente pequeña, polvorienta y ventosa. Hoy es una ciudad capital de provincia, moderna, de parques prolijos, calles amplias y vecinos amables.

La última ciudad pampeana sobre la 35 es la de Realicó, y a pocos kilómetros está la primera cordobesa, Huinca Renancó.

Realicó es una pequeña ciudad que vive de la actividad agrícola ganadera de su entorno.Tiene una linda plaza central, varios barrios de casas construidas con fondos de la Provincia y de la Nación, un centro comercial dinámico y una zona de casas quintas. Como curiosidad es de destacar que su calle principal no se llama ni San Martin, ni Belgrano, ni Roca; tampoco se llama 9 de Julio ni 25 de Mayo. Se llama Avenida Tomás Mullally, en homenaje a un descendiente de irlandeses que es considerado el fundador del pueblo.

Huinca no está exactamente sobre la ruta, sino a 1 a 2 kilómetros hacia el oeste de esta; pero en el lugar desde donde parte la calzada que une la ruta con el centro de la pequeña ciudad, se han construido con los años, comercios que tienen que ver con el tráfico pasante: un restaurant, un par de bares, un taller mecánico y, hace algunos años, una estación de servicio.

Solíamos parar en este último; cargábamos combustible, íbamos al baño, renovábamos el agua caliente del termo para nuestro mate y los chicos aprovechaban para visitar a un loro verde de regular tamaño, que siempre estaba en una jaula, a la sombra del edificio. Este loro tenía una particularidad que lo hizo famoso en la región y para muchos de los que utilizábamos la ruta: tarareaba, en forma muy reconocible, algunas estrofas de la marcha peronista. A mis hijos les encantaba escucharlo y siempre lo entusiasmaban para ello.

Hace ya algunos años que la firma que explotaba la Estación de Servicio quebró. Las instalaciones se han ido deteriorando cada vez más y del loro no hemos tenido más noticias.