martes, 17 de abril de 2012

Mi Patagonia dificil I

Pedro Dobrée
pdobree@neunet.com.ar


Dos zainos malacara y una yegua gateada,

cuatro perros flacos, de cara hambreada.

Peón para la esquila,

apero que se alquila;

mi Patagonia difícil, mi tierra amada.



Hojas y ramas de altos álamos en fila diciplinada

filtran luna y viento en vieja estancia abandonada

a orillas de la estepa

el recuerdo se aleja,

mi Patagonia difícil, mi tierra amada.



Husmeando entre matas un zorro colorado

mirando su presa, un halcón de la nube colgada

Polluelos de codorniz

el silbido de una perdiz

mi Patagonia difícil, mi tierra amada.



Mate amargo, una cama y carne asada

no se nuega al llegar, la tarde pasada,

a caballo algún viajero

con perros y un “pilchero”

mi Patagonia difícil, mi tierra amada.



Por el faldeo, un “piño” para la señalada,

olor a bosta y en la boca sensación salada,.

Siempre el vendaval

nos llega el salitral;

mi Patagonia difícil, mi tierra amada.



Ríos del desierto, agua fría y gran correntada,

biguá, kaiken, bandurria y trucha salmonada,

largas orillas de sauzal

laberintos de cañaveral;

mi Patagonia difícil, mi tierra amada.



Sueños de desarrollo, promesas  electorales e ideas proyectadas,

mentiras, locuras, ambiciones, egoísmos y esperanzas frustradas.

Me ha quedado solo el frío

y el viento, que ya eran míos;

mi Patagonia difícil, mi tierra amada.



Vieja huella, por los carros hace mucho tiempo abandonada,

luego del faldeo, hacia el oeste, se torna en “picada”

para ir a lo de Mansilla

serpentea entre la jarilla;

mi Patagonia difícil, mi tierra amada.



Huellas de monstruos asustan en la arena apretada,

troncos y ramas de piedra, avisan desde eras pasadas,

y en la estepa y el páramo,

rastros viejos del océano,

mi Patagonia difícil, mi tierra amada.



Tropas y barcos invasores de la brasileña armada,

derrotados a la tarde, en Cerro de la Caballada,

de las banderas son despojados

por los corsarios y los esclavos,

mi Patagonia difícil, mi tierra amada.