sábado, 7 de julio de 2012

El Dr. Arturo Illia en Río Negro


Pedro Dobrée
pdobree@neunet.com.ar
En el verano de 1982 el gobierno militar en Argentina se sentía debilitado; el consenso inicial de grandes sectores de la población se estaba diluyendo, la situación económica del país estaba en franco proceso de  deterioro y la presión política internacional lograba hacerse evidente.  Los partidos políticos comenzaron a moverse, desembarazándose de una quietud que, con claras excepciones sin duda, los caracterizó por muchos años luego de la terrible dictadura que tuvo inicio en Marzo de 1976.



Arturo Umberto Illia
Arturo Umberto Illia
Arturo Umberto Illia con la banda Presidencia



En este marco visitó la Provincia de Río Negro, el Dr. Arturo Illia, presidente de Argentina hasta que fue derrocado en Junio de 1966 por la estructura miliar existente en ese momento y en un turno de dictadura anterior al iniciado en el 76. El Dr. Illia ha sido uno de los dirigentes más prestigiosos de la vieja Unión Cívica Radical en toda su larga historia, con una clara imagen de honradez, espíritu patriótico y bonhomía.
El objeto de su viaje fue la de despertar la conciencia cívica y la actividad política de los afiliados de su partido, que en situación latente se podían encontrar en cada pequeño pueblo de esta provincia y del resto de la extensa superficie nacional.
Para los primeros días del mes de Abril y junto a una pequeña comitiva que lo acompañaba, llegó a la ciudad de General Roca. Se hospedó en uno de los hoteles céntricos de esa localidad y visitó desde allí varias poblaciones del Alto Valle.
Viejos radicales de la ciudad de Cipolletti comenzaron a moverse. Apareció en una de las páginas del diario Río Negro un pequeño aviso invitando a quienes sentían respeto y afecto por don Arturo, que se acercaran al local del Comité partidario Allí se habría de discutir las características de un acto que se quería hacer en homenaje a su persona.
Varios nos acercamos y definimos un acto sencillo pero, esperábamos,  simpático. 
Para nuestra sorpresa, esa mañana habíamos amanecido con la noticia de la invasión a Malvinas por parte de las fuerzas armadas del país. En un claro intento de revertir un proceso de desprestigio, la cúpula militar había puesto a Argentina en guerra contra las potencias del mundo: una locura concebida entre la ignorancia y la sensación de impunidad. Muchísimos argentinos sintieron la llama del entusiasmo. A la tarde la Plaza de Mayo en Buenos Aires se llenó de gente y en todo el país se multiplicaron los actos de una inconsciente adhesión.
El sábado 3 de Abril, a las 17.00 hs. casi en punto, ingresó a la sala donde lo esperábamos, el Dr. Arturo Illia. Corbata y un traje oscuro, de lanilla a pesar del calor del temprano otoño, un andar algo encorvado y saludando a quienes lo esperábamos, con firmeza pero con algo de timidez.
Rápidamente lo pusimos al tanto del programa y le informamos que había representantes de todos los partidos con actuación en Cipolletti, pero también de la vecina Neuquén, pues no se había previsto una visita similar a esa ciudad. Había también una delegación de escolares que lo querían entrevistar para el periódico de su escuela. Me agarró del brazo y me dijo “ … a esos niños los atiendo primero, pues no tienen por qué esperar y aburrirse con los adultos”.
Terminada la conversación con tres chicos con guardapolvos blancos, comenzamos el acto formal. Los representantes de cada partido, por turnos, hablaron subrayando por igual el honor de contar con la presencia del Presidente que fuera un ejemplo para los argentinos. Este luego contestó con voz algo cascada, agradeciendo la presencia de todos e invitando a cada agrupación a organizarse y asumir la responsabilidad por el destino de nuestras comunidades: “… no habrá quien lo haga por nosotros, no tiene porque hacerlo, ni debemos permitir que lo haga.”
Cuando el acto finalizó y estábamos todos conversando dentro  y fuera del local, se aproximó al ex Presidente uno de sus colaboradores. Acercándose a su oído, le dijo que la policía local informaba que se había recibido en General Roca, una comunicación telefónica desde la Casa Rosada en Buenos Aires.  “Doctor – le susurró – lo invitan como ex Presidente al acto de asunción del General Menéndez como Gobernador de las Islas Malvinas, el día 7”  Por unos instantes Illia guardó silencio. “Dígale – contestó con suavidad – que yo no pienso otorgar legitimidad a todo esto con mi presencia. No voy a ir.”