viernes, 27 de febrero de 2015

Semblanza de Lennox Jack Dobrée



El otro día me ha hablado un amigo para comentar mi libro de relatos cortos sobre la Patagonia; en la conversación me preguntó quién era Jack Dobrée, pues en homenaje a él fue escrita la descripción del método tehuelche de amanse de equinos y su nombre aparece en el subtítulo de la nota
Cuando le contesté que fue mi padre, me recriminó no haber redactado una semblanza de un personaje que el intuía como interesante.
Reflexionando luego sobre esto, me he dado cuenta que aunque mi padre está con frecuencia entre líneas en muchos de los relatos publicados, no aparece claramente en ningún lado y que su vida merece ser expuesta, aunque más no sea en los modestos escritos de su hijo.
Su madre vivía en una estancia al sur del río Santa Cruz y cuando el día del parto se acercaba, fue trasladada por su esposo a la ciudad de Punta Arenas, en el sur de Chile. Jack Dobrée nació entonces en tierra chilena, en los primeros días del año 1917.
En esos años la gran ciudad capital de la Patagonia era Punta Arenas. Cosmopolita, con una población importante para la época y la región, con luz eléctrica y calles con veredas, edificios grandes y jardines, recibía la visita continua de los buques que cruzaban de un océano a otro y  ofrecía empleo a quienes quisieran trabajar en sus talleres y astilleros, en la caza de lobos marinos, en la incipiente burocracia estatal chilena y en la comercialización de la lana y de la carne de la importante riqueza ganadera de su “interland”. Todo esto entró en lenta decadencia a partir de la inauguración del canal de Panamá.
A los doce o trece años fue enviado a un colegio inglés en Buenos Aires donde adquirió una cultura enciclopedista y supo jugar, sin entusiasmo, al rugby.
Volvió a la Patagonia para acompañar a su madre, pues sus padres se habían separado. Le fue ofrecida la administración de la estancia familiar y la gobernó hasta 1954, año en que la compró a su padre y a sus tíos.
Jovial, conversador, tocaba regularmente bien la armónica y era un excelente silbador. Buen mozo, tuvo éxito con las mujeres de la región, aunque he sabido escuchar alguna anécdota de cachetazos cuando quiso robar un beso en la escalerilla del vapor que lo trasladaba de Buenos Aires a Puerto Santa Cruz.
Pero luego conoció a la hermana de un compañero de colegio y la invitó a dejar sus tierras cordobesas y vivir en la estepa patagónica. Desde ese momento se convirtió en un incondicional de su esposa y su fiel compañero.
Aunque nunca participó en política partidaria, su pensamiento era la de un liberalismo clásico y admitía su admiración por Churchill. Me acuerdo aún hoy cuando trabajando juntos y cuando recién se había promulgado la ley nacional de Asignaciones Familiares, me preguntó “…te parece bien que sea el Estado quien te ayude en la manutención de tus hijos?” La opinión de él era, obvio, negativa.
Pero a pesar de su férreo individualismo liberal, le entusiasmaba involucrarse en tareas que tenían que ver con la acción comunitaria y por varios años fue Presidente de la Sociedad Rural de Santa Cruz y también Presidente de la Cooperativa de Esquila Los Amigos, que involucraba un grupo de estancias entre las cuales estaban siempre El Toro de Lewis, Chicurukaike de Semino, La Vega de Piedrabuena, la Gringa de Rollitt y Vidal y Doraike, la propia.
Cuando vendió su campo en Santa Cruz y adquirió una franja de tierra vecina a la de su suegro, fue Presidente por largos años del Consorcio Rural Caminero de Santa Eufemia y - llama la atención - Presidente de la Cooperadora Escolar de la escuela rural vecina, a pesar de nunca tener, mientras allí vivió, hijos o nietos en edad escolar. Asistía a todos los actos con su esposa, que llevaba siempre una torta hecha con sus manos, para que la comiesen la docena de alumnos de la institución y la única maestra.
Hábil jinete, le gustaban las tareas de amanse y las carreras de largo aliento. Fue prestigioso criador de caballos criollos y de ovinos corriedale. Mostró los resultados de su trabajo en las exposiciones rurales de Rio Gallegos, Santa Cruz, El Calafate y Río Cuarto. Desplegaba con orgullo su capacidad de adiestrar perros ovejeros.
Gustaba tomar mate y siempre estaba a la hora en que su esposa servía el té. Cuando sus hijos éramos pequeños y salíamos en expediciones durmiendo en carpas, él era el cocinero. En invierno, cuando la noche se hacía muy temprano y el aire fuera de la casa estaba helado, fabricaba caramelos y tortas para la familia. Lograba un cordero al asador como pocos y hacía un muy exquisito avestruz a las piedras. Buen carpintero, era un trabajador intenso y ordenado.
A pesar de su jovialidad, tuvo en su vida etapas de grandes depresiones, y el viento y la sequía de la Patagonia lo agobiaban.
Amigo de todos y a todos respetaba. Don Jack, como le llamaban en los últimos años, fue un hombre querido y admirado; muchos que lo conocieron lo consideraban un maestro de la vida, entre ellos sus hijos y sus nietos.
Fue gran lector y gustaba de la poesía de Omar Kayam y de Rudyard Kipling. Devoraba libros escritos indistintamente en inglés y en español, generalmente sobre temas referidos a la geografía y a la historia. Hacia el final quiso escribir sobre las cosas que conocía: la cría de ovejas y de caballos, la vida de los guanacos en la Patagonia, los pájaros de la estepa, pero el esfuerzo lo superó. A veces pienso que si hubiera tenido las facilidades que tenemos hoy en cuanto a la computación y los procesadores de texto, lo habría logrado.

Cipolletti, Febrero 2015                                                    pdobree@neunet.com.ar

Un patagónico en España



“Antonio Torres Heredia,
hijo y nieto de Camborios.
Con una vara de mimbre,
fue a Sevilla a ver los toros…”
Romancero Gitano   -  Federico García Lorca

Para muchos de los que no tenemos ni una sola gota de sangre española en las venas, España es también la “Madre Patria”. Lo es porque hablamos su lengua, nos gustan su música y  sus bailes, admiramos a García Lorca, a Picasso, a Antonio Gades y a Serrat, la memoria de la guerra civil nos conmueve, nos encantan sus ciudades con arquitectura de vanguardia o con construcciones medievales y sentimos un gran cariño por los Manueles y las Juanas, vecinos nuestros, a quienes comprendemos cuando por momentos  extrañan mucho las tierras de sus padres o de sus abuelos.
Hace poco tiempo recorrimos algunas ciudades de este magnífico país y aún tengo fresco en mi memoria las impresiones que me ha provocado el corto pero intenso viaje.
Desembarcamos en Madrid luego de cerca de 12 horas de vuelo desde Buenos Aires. Desde allí y con un automóvil alquilado recorrimos Córdoba, Granada, Valencia y Barcelona.
Aunque las impresiones son muchas, para no abusar de la paciencia de mis lectores me he de detener solo en dos, aunque luego haré mención de algunos detalles más.
La primera tiene que ver con la gastronomía. España, descubrimos, es el país de la comida. A cualquier hora se pueden obtener alimentos de gran calidad, con unas porciones siempre generosas y si hay empeño en buscar, a precios compatibles con los ingresos de nuestra clase media.
La lista de los sinónimos con que los españoles denominan las casas donde se ofrecen platos de todo tipo, es extraordinariamente larga y es un síntoma de lo que quiero expresar. Comienza por bar y confitería, pero luego sigue por tasca, fonda, café, mesón, taberna, taller de tapas, bracería, bodegón, pizzería, cervecería, restaurante y pastelería.
Y a la hora que Ud. se le ocurra, podrá comer pastas, chorizos, jamón, huevos revueltos duros y fritos, berenjenas, papas, verduras de hojas verdes, cebollas y zanahorias, carnes de cerdo,  de pollo y de pavo o de vaca (buey) o de cordero, quesos, pan, manzanas, cítricos, melones, sandías, mariscos de todo tamaño y color, pescados grandes como el atún y el bonito o pequeños como los boquerones y las sardinas. Y todo esto frito, hervido, al horno, a las brasas, saltado o simplemente crudo. Todo regado con buenos vinos y cervezas, pues se consumen absolutamente miles y miles de litros por día.
Hemos visto grandes extensiones dedicadas al cultivo del trigo y otros cereales, de pasturas para ovinos, porcinos y bovinos. En la región de Andalucía, enormes cantidades de hectáreas con olivares y en cercanías a los poblados, un intenso olor a aceitunas, porque era época de cosecha.  Entre Granada, Valencia y Barcelona, se ven desde la calzada montes interminables de naranjos, que inundan el paisaje con los colores de sus hojas y de sus frutas.
El segundo gran tema son las rutas y las vías de comunicación en general. El país está cruzado desde todos los rincones por autovías y carreteras nacionales. Todas en excelente estado, lo que supone una gran inversión pública y luego una presupuestación adecuada y un trabajo muy bien administrado del mantenimiento de las calzadas y de la señalización horizontal y vertical. Esta última fue concebida de tal forma, que es prácticamente imposible no llegar sano y salvo a destino. Los GPS que tanto usamos hoy, son en general innecesarios.
En las calles urbanas se observa también una gran preocupación por las inversiones y el mantenimiento. Semáforos, cartelería y calzada son  excelentemente mantenidas y hay detalles que llaman la atención, como las tachas que en Granada cruzan la calle y prenden luces rojas cuando el semáforo está impidiendo el paso o las cunetas, confeccionadas por un material resistente pero a su vez de superficie suave, que facilita la limpieza y el escurrimiento de las agua pluviales.
En Barcelona y en Madrid utilizamos intensamente los sistemas de transporte subterráneo. Son cómodos, funcionan a horario y su limpieza – tanto de vagones,  como de estaciones – es impecable.
Otra oportunidad de percibir buenos servicios, es el ferrocarril denominado AVE (Alta Velocidad Española). Anduvimos desde Barcelona hasta Madrid en vagones muy cómodos, con una muy agradable calefacción, pues afuera en tramos largos había 20 cms. de nieve; viajamos en completo silencio a una velocidad de 300 kms. por hora. Hicimos los aproximadamente 600 kms. en 2 horas y cuarto, sin descontar los minutos de una parada en Zaragoza. Viajamos en Primera Clase, con los diarios del día y un desayuno a la altura de los mejores hoteles, todo incluido en el precio del pasaje, que no es bajo.
Para terminar este tema de comunicaciones menciono los aeropuertos de Madrid y de Barcelona. No hemos conocido otros, pero para muestra basta un botón. Son cómodos, funcionales, concebidos estéticamente, muy limpios y grandes.
Y ahora, algunos comentarios más.
En primer lugar, el peso de la historia. Valorada por los españoles y ofrecida a los turistas, tiene una importancia central.  Obviamente visitamos la Alhambra en Granada y la Mezquita en Córdoba y en esta ciudad caminé por la Judería que es muy atractiva. En la Mezquita entran paradas tantas personas como en la cancha de River Plate.
Caminando por la hermosa rivera del Guadalquivir, la Ronda de Isasa, entré a una librería y me recomendaron dos libros que me permitieran comprender mejor la influencia judía e islámica en la cultura española (“La Revolución Islámica en Occidente” de I. Olague y una biografía de Maimónides). Los estoy leyendo actualmente con gran entusiasmo.
En segundo lugar, la presencia de Argentina en las conversaciones españolas. Simeone y Messi son personajes de gran relevancia y en el centro de Barcelona, en cada cuadra, se observa cada 20 a 30 metros y en los escaparates de los negocios, la cara de Lionel en remeras, jarros de cerámica, caricaturas,  postales, etc. Lamentablemente también es noticia la denuncia de Nisman y su trágica muerte.
En tercer lugar la limpieza. Las calles, los baños públicos, las aceras  y todo lugar en donde se pueda transitar, están impecables. Detrás de la Mezquita cordobesa y antes de cruzar el Guadalquivir, hay una plaza enlosada. Parece estar bajo la responsabilidad de una prolija ama de casa, que lo considera parte de su propio hogar. Y así el resto de estos lugares.

Y en cuarto y último lugar, el ambiente cultural.  Los españoles conforman un grupo humano muy interesante. Son alegres, expresivos y amigables, a pesar de la crisis que algunos afirman que está cediendo. Y su cultura, que tiene poco que ver con los chistes en Argentina de gallegos, es una mezcla maravillosa de música flamenca y celta, de tradiciones poéticas como las de Machado y García Lorca, con la pintura de Picasso y de Goya y la literatura de Cervantes y de Pérez-Reverte, con la discusión política de firmes convicciones ideológicas, con la industria editorial, con un periodismo de protagonismo mundial como la de los periódicos La Vanguardia y El País y con las escuelas de diseño de Barcelona y de Madrid.
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