Todo el mundo sabe que el futbol es un invento de los
ingleses y que su difusión en el mundo se debe a dos factores: la atracción del
juego, tanto para jugadores como para espectadores y la presencia británica en
todos los rincones del planeta. La Patagonia no ha sido una excepción y es
posible registrar hechos e instituciones relacionados con este fenómeno, desde
los comienzos del siglo pasado hasta la actualidad.
Uno de esos hechos, de gran importancia como Uds. verán, se
produjo en Mayo de 1911, en la pequeña población portuaria de Santa Cruz, que
está sobre la ría que permite a los ríos
Chico y Santa Cruz, ingresar al océano Atlántico, unos doscientos cincuenta
kilómetros al norte del extremo del continente. En esta fecha se creó el primer
club de futbol de toda la Patagonia. Qué pasó para que esto fuera una realidad,
es el tema del presente relato.
El 24 de Mayo de
1911, ingresaron al pueblo en uno de los primeros Ford T de la región, dos
jóvenes habitantes del hinterland rural. Eran Archibaldo Halliday de la
estancia Cañadón del Rancho y Nigel
Dobrée de la estancia Doraike , ambos establecimientos sobre la orilla sur del
gran río Santa Cruz, algo más de 70 kilómetros aguas arriba de su desembocadura
en el mar. Frenaron delante de las oficinas de H.J. Elbourne, cuyas ventanas
sobre la vereda permitían ver desde el interior, el mar y algún buque si estuviera anclado en
el puerto. Golpearon sus botas sobre la
vereda de tablones para quitarse el polvo del camino; sacudieron sus sacos y
sus sombreros y se quitaron las antiparras, que protegían sus ojos mientras
durara el viaje que los había traído.
Días antes los recién llegados habían sido citados por
Elbourne como integrantes de un grupo de amigos que se juntaban cada tanto a
jugar al futbol y que se hacían llamar Los Avestruces.
Hacía dos semanas que estaba anclado frente al pueblo, con el
objeto de hacer reparaciones, el H.M.S. Manchester, que desde Gran Bretaña viajaba
en una expedición científica. Su capitán, Percy James Black, tenía una ruta
diseñada que luego lo llevaría a Punta Arenas, la costa americana del Pacífico
y California. Desde allí volverían sobre su ruta para regresar a Londres,
porque aún faltaban 3 años de obras en lo que sería luego el Canal de Panamá.
Reconociendo la importancia de la fecha que se avenía, Black
le propuso a los miembros de la Comisión de Fomento local, que se jugara un
partido de futbol, que proponía se llamara Premio de Tierra y Mar, y que se
jugaría entre miembros de la dotación de su buque y representantes del pueblo.
Los miembros de la Comisión de Fomento, Jorge Sinclair,
Serafín Grillo y Roy Watson, rápidamente se entrevistaron con varios entusiastas
del futbol para saber si estaban los habitantes del pueblo en condiciones de
enfrentar el desafío. Consultaron a H.J. Elbourne y Francisco Lacroix, ambos
integrantes del equipo de Los Avestruces. Este grupo reunía a los únicos con cierta
experiencia en el juego. Algunos eran relativamente hábiles y otros eran
absolutamente torpes, pero todos tenían un rasgo común: el entusiasmo por el
deporte. Si se podía responder al desafío planteado, eran estos los que debían
llevar la bandera de la pequeña comunidad.
A pesar de que uno de
los entrevistados había nacido a las orillas del Sena y el otro al sur de
Londres, el fuego patrio prendió fácil, al calor de la semana de Mayo y
pensando que de esa manera el nombre de su pueblo se registraría en la historia
del deporte mundial. Por otro lado sentían intima satisfacción al recordar que
el Puerto de Santa Cruz supo ser capital del Territorio y que los burócratas de
Buenos Aires, pocos años antes, habían trasladado el asiento del gobierno a Río
Gallegos. Que fueran ellos y no los de Gallegos, los que protagonizaran este
valioso hito de la historia regional, lo sentían como una merecida
reivindicación política.
Comunicaron a todo el grupo la necesidad de hacer una reunión
preparatoria del partido el día 24 de Mayo en la oficina de Elbourne. A esta reunión llegaban los viajeros.
Luego de informar de las novedades de último momento,
Federico Brett preguntó a cada uno si se sentía en condiciones de jugar al día
siguiente. Antonio Román estuvo tentado de decir que no podría, en atención a
la gran cantidad de lechón al asador que había comido la noche anterior, junto
a una equivalente cuantía de vino barato con que tuvo que acompañar la carne,
pero apostó a que para el día siguiente se sentiría mejor y sin dar explicaciones
dijo que si.
Al recibir respuesta positiva de todos los presentes se
inició la formación de equipo. En el arco estaría Federico Brett, hombre
conocedor del deporte, capitán del equipo y en años posteriores su director
técnico. En la zaga estarían Carlos “Indio” López, estibador en el puerto, y
Antonio Román, empleado de Braun y Blanchard, el Almacén de Ramos Generales más importante
del pueblo en ese momento. El primero integraba el subgrupo de los torpes, pero
su aspecto atemorizaba a cuanto delantero se enfrentaba y por ello resultaba
una pieza clave del equipo; el segundo era habilidoso y sabía correr hacia
zonas centrales de la cancha. Aunque lerdo para retroceder, si alguien le ganaba
sus espaldas, descansaba en el temor que inspiraba el aspecto de su compañero.
Como “center half” jugaría Luisito Sepúlveda, un marinero de
la Sub Prefectura Marítima, muy
querido en el pueblo y que al año siguiente fue transferido a Comodoro
Rivadavia. Federico Lacroix jugaría con el número 8 y Archibaldo Halliday con
el 10. Adelante Próspero Ferrari era siempre el “wing” derecho, el 9 era Nigel
Dobrée y en la izquierda estaría el
“zurdo” Gaduya.
Dobrée, Lacroix y Halliday formaban, en opinión de la gente
del pueblo, una delantera temible que, entre risas, llamaban la “máquina de
hacer goles”.
Pudieron también armar una lista corta de suplentes; en ella
estaban los nombres de Woolven, Carlos Borgialli y Casimiro Velazco.
Antes de disolverse la región Carlos Borgialli propuso que
“…si ganamos mañana, los invito a todos al bar del Hotel Progreso para que
podamos sentar las bases de un Club para alegría y beneficio de nuestros
convecinos”.
La propuesta fue aplaudida por todos y cuando Próspero
Ferrari preguntó “Y si perdemos?” Borgialli se dio vuelta, lo miró fijamente y
contestó “Es que no vamos a perder”.
El árbitro designado, con acuerdo de Black y Nicolás Kirby,
el Primer Oficial Abordo y capitán del equipo naval, sería Estanislao
Bórquez Alcántara, zapatero y cónsul
chileno. Se acordó que los “lineman” serían elegidos uno por cada bando. Los
continentales eligieron a Lionel Harris, conocido en el pueblo como Mr. Harris,
socio de Elbourne y considerado el hombre más atildado y circunspecto de la
región. Era además el cónsul inglés en Santa Cruz y zona de influencias.
Al día siguiente, es decir el 25 de Mayo, a las 3 p.m., se
inició el acto patrio con la dotación de Sub Prefectura Marítima, el único
policía disponible y algunos de los vecinos presentes, cantando el Himno Nacional, compitiendo con el viento,
“a capella” y desentonados. Se izó la bandera y Grillo, en representación de la
Comisión de Fomento, dijo algunas palabras relativas a la fecha histórica. A
continuación el capitán Black, en un inglés impecablemente londinense, agradeció la hospitalidad, le deseó un futuro
venturoso al pueblo y a toda la Argentina e hizo votos para que el “fair play”
reinara sobre las circunstancias del partido que estaba por iniciarse.
La cancha estaba en un terreno contiguo al lugar donde se
desarrolló el acto, en cercanías de Punta Reparo. Era un gran baldío,
relativamente plano, que conformaba un rectángulo cuyos lados más extensos eran
perpendiculares a la costa y tenía una orientación de oeste a este. El arco
hacia el oriente estaba a no más de 50 metros del agua.
Media hora después de iniciarse el acto empezó el partido. Por
instrucciones del árbitro, el público, compuesto por vecinos, autoridades y
personal del H.M.S. Manchester, se paró detrás del arco cuyas espaldas daban a
la playa, y de esa manera se quiso asegurar que la pelota no fuera a caer al
agua. Algunas damas fueron autorizadas a buscar refugio detrás del paredón de
la casa de Madame Lisett, el único
burdel del pueblo y que lindaba con el campo de juego.
Los Avestruces eligieron arco y decidieron patear a favor del
viento, que provenía del oeste. Es decir, su arco era el más alejado de la
playa y el viento jugaría con ellos en los primeros 45 minutos.
Los primeros 10 minutos de juego fueron, como dicen los
comentaristas deportivos, para que cada contrincante estudiara al otro. Pero al
minuto 12 Antonio Román, con la ayuda del viento cruzó toda la cancha con una
pelota para el zurdo Gaduya; este, algo sorprendido por tener tamaña
responsabilidad, eludió al back derecho
inglés y cuando el arquero salió a taparlo torpemente, logró filtrar la pelota
junto a la cara interior del primer palo. Los del continente no lo podían
creer, recién empezaba el partido y ganaban 1 a 0.
A partir de ese momento todos atrás a defender el resultado.
Durante lo que restaba del primer tiempo, la “máquina para hacer goles” tuvo
algunos avances hacia el arco rival, pero en esos pocos casos fueron
prolijamente abatidos por la dupla de backs del equipo rival. Por otro lado
Brett se convirtió en el héroe de la tarde, al parar varias pelotas que tenían
hambre de red.
Iniciado el segundo tiempo, los ingleses ahora con ayuda del
fuerte viento, comenzaron a asediar al arco continental. El Indio López
resoplaba, Brett se revolcaba sobre el duro piso de la cancha y Antonio Román
comenzó a sentir, en el fondo de su garganta, el gusto del lechón ingerido dos
noches antes.
Cerca del minuto 20 del segundo tiempo hubo un caótico
peloteo en el área de Los Avestruces.
Luis Sepúlveda despejó una pelota, pero con mala suerte y el 10 inglés
la volvió al área. Allí fue que el Indio López la agarró de sobre pique y la
pateó con fuerza hacia adelante y hacia arriba. Su patada coincidió con una
ráfaga de viento más fuerte que las que habían sucedido hasta el momento. La
pelota subió verticalmente y luego voló hacia la playa, superando a las
personas que viendo el partido, estaban en el borde de la cancha. De allí cayó
sobre el pedregal de la orilla y rebotó con dirección al océano. Con
desesperación todos vieron como caía sobre la cresta de una ola y luego era
arrastrada por la marea hacia adentro en el mar.
Hubo desorientación
entre jugadores y espectadores cuando todos advirtieron que era la única pelota
y que sin ella el partido no podría proseguir. Unos marinos ingleses
propusieron salir con bote a remos a rescatar el balón. El capitán Black de
inmediato lo prohibió alegando la peligrosidad de la acción. Alejandro
Monteverde, peón de campo de una estancia vecina, propuso ir a caballo hasta la
población de Paso Ibáñez, que hoy se llama Comandante Luis Piedrabuena, y pedir
una prestada allí. Pero también esa propuesta fue desechada porque llevaría
toda la tarde ir, venir y cruzar en la balsa el río, y el partido no se podría
reiniciar hasta el día siguiente.
Finalmente y luego de intensas conversaciones entre
Estanislao Bórquez Alcántara, el Capitán Black, Kerby el Primer Oficial a Bordo,
Serafín Grillo y Federico Brett, y atento a que ya habían transcurrido 65
minutos de los 90 previstos, se dio por terminado el partido con la victoria de
Los Avestruces.
En tierra firme y hasta altas horas de la noche, había
quienes celebraban. Entre los marineros no hubo tanta celebración y las
manifestaciones de enojo y de amargura fueron amortiguadas por la férrea
disciplina de la marina inglesa.
A la mañana siguiente partió hacia Punta Arenas, el buque de
Su Majestad, Manchester y luego “…siendo las 15 hs. del día 26 de Mayo de 1911,
en las instalaciones del Bar y Confitería del Hotel Progreso, se reúnen 36
vecinos de la localidad de Puerto Santa Cruz, con el objeto de constituir en
este acto al Club Sportivo Santa Cruz … siendo la Comisión Directiva elegida para
el primer período de gobierno el siguiente: Presidente C. Woolven,
Vicepresidente Carlos Borgialli, Secretario Manuel Rodríguez, Tesorero H.J.
Elbourne. Los vocales de esta Comisión son los siguientes: Nigel Dobrée,
Archibaldo Halliday, Antonio Román, Próspero Ferrari, Francisco Lacroix y
Antonio Gaduya…”
Cipolletti, Enero de 2017