miércoles, 2 de septiembre de 2015

El Frigorífico




Por muchos años en Patagonia, el frigorífico fue un protagonista de la vida económica y social de la región.
Una vez lograda una eficiente tecnología en la industria de la carne enfriada - que en Argentina se manifestó en la compra de las industrias anglo argentinas por parte de capitales estadounidenses - aparecieron en el Litoral, en el eje La Plata - Buenos Aires - Rosario y en la Patagonia, una importante cantidad de establecimientos que se destinaron a la faena, el congelamiento y el embarque de carne bovina y ovina.
En la segunda década del siglo XX se construyeron y habilitaron frigoríficos en Puerto Deseado, San Julián, Río Gallegos y Puerto Santa Cruz; en este último caso de la firma Armour. Se construyó en la punta Beagle, que es la costa limitada por la llegada del Chico y del Santa Cruz, a la ría que luego vuelca el agua de ambos ríos al mar. Las obras se hicieron a pocos metros de la línea de la marea alta, lo que permitió la llegada de los barcos que luego trasladaban la carne y la lana a los distintos mercados internacionales, para su comercialización.
Sabían decir que fue el Frigorífico más moderno de los que se construyeron en la Argentina en esa época y rápidamente cobró gran importancia por el volumen de hacienda incluida en sus procesos. María Eugenia Valle, en la Revista La Argentina Austral, señala que en 1921, en el Frigorífico de Puerto Santa Cruz, se faenaron 268.000 ovinos y que se despacharon en barco 4.000 toneladas de carne incluyendo cebo y menudencias, más 35 toneladas de cueros y aproximadamente 940 de lana. Para quienes terminaban la temporada de esquila, esto fue una posibilidad de ampliar su período laboral y se llegaron a contabilizar 700 personas trabajando hasta el final del otoño.
Los frigoríficos fueron una consecuencia de los buenos años para la cría de lanares y los campos que inicialmente eran productores de lana y cueros, incorporaron también, como complemento importante a sus ingresos, la producción de carne. De esta manera se evitaba el sobre poblamiento de los potreros, con la venta anual de ovejas viejas y capones.
Una vez acordado con el Frigorífico las cantidades de animales a entregar, los propietarios enviaban la hacienda, que en algunos casos suponían arreos por distancias de 100 a 150 kilómetros. . Para los campos ubicados al sur del río Santa Cruz había una dificultad adicional: el cruce del segundo río más caudaloso de la Patagonia, pues el Frigorífico estaba ubicado sobre la margen norte.
La temporada de envíos al frigorífico se iniciaba hacia fin del verano, luego de que las estancias terminaran con la esquila de sus animales, pudiendo así vender por separado los dos productos de su actividad anual: la lana y la carne. En Febrero y Marzo entonces se producía una gran actividad por de arrieros que, pasando de campo en campo, seguían la trayectoria del río en su derrotero hacia el mar. Estos arreos duraban muchos días y suponían el uso de caballos para montar y pilcheros y muchos perros
En Doraike, a menos de 50 kilómetros del destino, el arreo se hacía en poco tiempo. Pero por la estancia pasaban los piños que provenían del oeste, provocando interrupciones en el curso aburrido de los días. Las costumbres suponían en esos años y ante la llegada de las visitas, brindar corrales para la hacienda, pasto para caballos y albergue para humanos.
Me acuerdo particularmente de una oportunidad en la que coincidió la llegada de dos arreos grandes al casco de la estancia. Uno de más de 1.500 ovejas y el otro de una cifra aún superior – probablemente cerca de 2.500 – . A este conjunto había que agregar cerca de 1.000 animales propios que mi padre tenía en los corrales, no recuerdo porque razón.
O sea que esa noche, encerradas en los corrales, había aproximadamente 5.000 ovejas y, entre arrieros y personal propio de la estancia, más de 20 personas cenando en el estrecho comedor. En el potrero de los caballos había una cantidad inusitada de animales y - me acuerdo perfectamente por el batifondo que hicieron durante toda la noche - 25 perros se ataron bajo los sauces.
A la mañana siguiente ambos piños se alejaron hacia el este, con aproximadamente una hora de diferencia para evitar la mezcla de hacienda.
Hasta la década del 50, el cruce del río Santa Cruz, se hacía por balsa “a maroma” frente a la localidad de Comandante Luis Piedrabuena; que la gente en esos tiempos todavía llamaba Paso Ibáñez. Allí se había instalado Gregorio Ibáñez con una balsa, en la época en que Piedrabuena arribó a la Isla Pavón.
La operación de cruce era lenta ya que la barcaza solo admitía una pequeña cantidad de animales por vez y porque también había que hacer lugar a los pocos vehículos que transitaban por la Ruta 3.
Pero al iniciarse la segunda mitad del siglo anterior, se corrió un Gran Premio de Turismo Carretera (Buenos Aires - Río Gallegos) y el ejército colocó, unos 10 kilómetros aguas arriba de la Isla Pavón, un puente de pontones. Pasados los autos, para el sur y luego volviendo para el norte, lo que provocó gran revuelo entre la población de las localidades costeras, el ejército decidió no retirar las instalaciones y esto, por muchos años, facilitó el cruce de la hacienda.
Finalmente, en Mayo de 1966 y con la presencia del entonces Presidente de la Nación, Don Arturo Illia, se inauguró el puente de la Ruta 3 sobre el río Santa Cruz en la Isla Pavón. Esta gran obra, que significó mejorar notoriamente la conexión del sur de la Provincia de Santa Cruz y de Tierra del Fuego, con el resto del país, colaboraría con el traslado del ganado de una orilla a la otra, de este frío y turbulento río.
Pero el Frigorífico, que nació al reparo de la rentabilidad de la cría de ovinos, luego de varios años de extrema sequía y deterioro de los campos por sobrepastoreo, de la caída del precio internacional de la lana y de la carne y del atraso tecnológico que empezó a padecer, tras un período de agonía, cerró, para nunca más volver a operar.