martes, 6 de marzo de 2012

Los cuatro vientos

Marzo 2012
Pedro Dobrée
pdobree@neunet.com.ar

El viento del oeste es el persistente
El que baja de las laderas congeladas de las montañas
Y busca su camino por la árida estepa,
Levantando polvo.
Es el viento que oscurece las crestas blancas de las olas en la playa
Y que castiga nuestras espaldas, cuando sentados en la arena miramos jugar a las toninas.
Es el viento que se arrincona y persigue a las hojas y a los papeles,
Provocando un giro sin razón y sin fin.
Es el que dobla los árboles
Convirtiéndolos en brújulas
Que  indican siempre el levante.




El viento del norte es caliente.
Viene de los trigales de la pampa,
De las selvas misioneras
De las montañas bagualeras.
Es el viento que nos vuelve locos,
Que provoca el mal humor en los hombres y en los animales.
Es el que seca el pasto y las flores,
Convirtiéndolos en papel.
Es el que alienta las llamas de los incendios,
Hinchando a los monstruos del fuego.
El viento del este es la esperanza
La esperanza de la tierra seca
Y de las semillas que yacen bajo la superficie, esperando pacientemente el llamado.
Es la esperanza de las lagunas y de los arroyos,
De los zorros, de los horneros, de las avutardas y de los guanacos.
Es la esperanza de los hombres y de las mujeres,
Que añoran el olor de la tierra mojada,
El olor amargo de los eucaliptos luego de la lluvia.
Y la sensación de suavidad en la piel.
Porque el viento del este,
Es el que trae las tormentas eléctricas
Y acumula nubes hinchadas de agua
Es el que en ocasiones  llama a los truenos y a los relámpagos,
Y en otras a las lluvias suaves y penetrantes.
El viento del este calma los espíritus y recuerda a los hombres
Que la vida vuelve a nacer.
El viento del sur es frío,
Llega presuroso de las heladas tierras polares;
Barre a su paso las nubes
Y  habilita absolutamente la presencia del sol.
El viento sur limpia el aire de polvo,
Se cuela entre las ramas de los álamos de las viejas estancias
Y alumbra con la luna, los nidos de los pájaros
Dispersando un rumor hacia allá de las hojas
 Que inmoviliza por un instante la respiración de los hombres.
Cuando se mira hacia el sur y el viento acaricia las sienes y las mejillas,
Desaparecen los dolores de cabeza, el corazón late con mayor ritmo
Y, si es primavera,
El aire se puebla con el olor de las flores de la mata negra.


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