lunes, 23 de enero de 2017

El club de fútbol más antiguo de la Patagonia Argentina


Todo el mundo sabe que el futbol es un invento de los ingleses y que su difusión en el mundo se debe a dos factores: la atracción del juego, tanto para jugadores como para espectadores y la presencia británica en todos los rincones del planeta. La Patagonia no ha sido una excepción y es posible registrar hechos e instituciones relacionados con este fenómeno, desde los comienzos del siglo pasado hasta la actualidad.
Uno de esos hechos, de gran importancia como Uds. verán, se produjo en Mayo de 1911, en la pequeña población portuaria de Santa Cruz, que está sobre  la ría que permite a los ríos Chico y Santa Cruz, ingresar al océano Atlántico, unos doscientos cincuenta kilómetros al norte del extremo del continente. En esta fecha se creó el primer club de futbol de toda la Patagonia. Qué pasó para que esto fuera una realidad, es el tema del presente relato.
El   24 de Mayo de 1911, ingresaron al pueblo en uno de los primeros Ford T de la región, dos jóvenes habitantes del hinterland rural. Eran Archibaldo Halliday de la estancia Cañadón del Rancho  y Nigel Dobrée de la estancia Doraike , ambos establecimientos sobre la orilla sur del gran río Santa Cruz, algo más de 70 kilómetros aguas arriba de su desembocadura en el mar. Frenaron delante de las oficinas de H.J. Elbourne, cuyas ventanas sobre la vereda permitían ver desde el interior,  el mar y algún buque si estuviera anclado en el puerto.  Golpearon sus botas sobre la vereda de tablones para quitarse el polvo del camino; sacudieron sus sacos y sus sombreros y se quitaron las antiparras, que protegían sus ojos mientras durara el viaje que los había traído.
Días antes los recién llegados habían sido citados por Elbourne como integrantes de un grupo de amigos que se juntaban cada tanto a jugar al futbol y que se hacían llamar Los Avestruces.
Hacía dos semanas que estaba anclado frente al pueblo, con el objeto de hacer reparaciones, el H.M.S. Manchester, que desde Gran Bretaña viajaba en una expedición científica. Su capitán, Percy James Black, tenía una ruta diseñada que luego lo llevaría a Punta Arenas, la costa americana del Pacífico y California. Desde allí volverían sobre su ruta para regresar a Londres, porque aún faltaban 3 años de obras en lo que sería luego el Canal de Panamá.
Reconociendo la importancia de la fecha que se avenía, Black le propuso a los miembros de la Comisión de Fomento local, que se jugara un partido de futbol, que proponía se llamara Premio de Tierra y Mar, y que se jugaría entre miembros de la dotación de su buque y representantes del pueblo.
Los miembros de la Comisión de Fomento, Jorge Sinclair, Serafín  Grillo y Roy Watson,  rápidamente se entrevistaron con varios entusiastas del futbol para saber si estaban los habitantes del pueblo en condiciones de enfrentar el desafío. Consultaron a H.J. Elbourne y Francisco Lacroix, ambos integrantes del equipo de Los Avestruces. Este grupo reunía a los únicos con cierta experiencia en el juego. Algunos eran relativamente hábiles y otros eran absolutamente torpes, pero todos tenían un rasgo común: el entusiasmo por el deporte. Si se podía responder al desafío planteado, eran estos los que debían llevar la bandera de la pequeña comunidad.
A  pesar de que uno de los entrevistados había nacido a las orillas del Sena y el otro al sur de Londres, el fuego patrio prendió fácil, al calor de la semana de Mayo y pensando que de esa manera el nombre de su pueblo se registraría en la historia del deporte mundial. Por otro lado sentían intima satisfacción al recordar que el Puerto de Santa Cruz supo ser capital del Territorio y que los burócratas de Buenos Aires, pocos años antes, habían trasladado el asiento del gobierno a Río Gallegos. Que fueran ellos y no los de Gallegos, los que protagonizaran este valioso hito de la historia regional, lo sentían como una merecida reivindicación política.
Comunicaron a todo el grupo la necesidad de hacer una reunión preparatoria del partido el día 24 de Mayo en la oficina de Elbourne.  A esta reunión llegaban los viajeros.
Luego de informar de las novedades de último momento, Federico Brett preguntó a cada uno si se sentía en condiciones de jugar al día siguiente. Antonio Román estuvo tentado de decir que no podría, en atención a la gran cantidad de lechón al asador que había comido la noche anterior, junto a una equivalente cuantía de vino barato con que tuvo que acompañar la carne, pero apostó a que para el día siguiente se sentiría mejor y sin dar explicaciones dijo que si.
Al recibir respuesta positiva de todos los presentes se inició la formación de equipo. En el arco estaría Federico Brett, hombre conocedor del deporte, capitán del equipo y en años posteriores su director técnico. En la zaga estarían Carlos “Indio” López, estibador en el puerto, y Antonio Román, empleado de Braun y Blanchard,  el Almacén de Ramos Generales más importante del pueblo en ese momento. El primero integraba el subgrupo de los torpes, pero su aspecto atemorizaba a cuanto delantero se enfrentaba y por ello resultaba una pieza clave del equipo; el segundo era habilidoso y sabía correr hacia zonas centrales de la cancha. Aunque lerdo para retroceder, si alguien le ganaba sus espaldas, descansaba en el temor que inspiraba el aspecto de su compañero.
Como “center half” jugaría Luisito Sepúlveda, un marinero de la Sub Prefectura Marítima,         muy querido en el pueblo y que al año siguiente fue transferido a Comodoro Rivadavia. Federico Lacroix jugaría con el número 8 y Archibaldo Halliday con el 10. Adelante Próspero Ferrari era siempre el “wing” derecho, el 9 era Nigel Dobrée  y en la izquierda estaría el “zurdo” Gaduya.
Dobrée, Lacroix y Halliday formaban, en opinión de la gente del pueblo, una delantera temible que, entre risas, llamaban la “máquina de hacer goles”.
Pudieron también armar una lista corta de suplentes; en ella estaban los nombres de Woolven, Carlos Borgialli y Casimiro Velazco.
Antes de disolverse la región Carlos Borgialli propuso que “…si ganamos mañana, los invito a todos al bar del Hotel Progreso para que podamos sentar las bases de un Club para alegría y beneficio de nuestros convecinos”.
La propuesta fue aplaudida por todos y cuando Próspero Ferrari preguntó “Y si perdemos?” Borgialli se dio vuelta, lo miró fijamente y contestó “Es que no vamos a perder”.
El árbitro designado, con acuerdo de Black y Nicolás Kirby, el Primer Oficial Abordo y capitán del equipo naval, sería Estanislao Bórquez  Alcántara, zapatero y cónsul chileno. Se acordó que los “lineman” serían elegidos uno por cada bando. Los continentales eligieron a Lionel Harris, conocido en el pueblo como Mr. Harris, socio de Elbourne y considerado el hombre más atildado y circunspecto de la región. Era además el cónsul inglés en Santa Cruz y zona de influencias.
Al día siguiente, es decir el 25 de Mayo, a las 3 p.m., se inició el acto patrio con la dotación de Sub Prefectura Marítima, el único policía disponible y algunos de los vecinos presentes, cantando  el Himno Nacional, compitiendo con el viento, “a capella” y desentonados. Se izó la bandera y Grillo, en representación de la Comisión de Fomento, dijo algunas palabras relativas a la fecha histórica. A continuación el capitán Black, en un inglés impecablemente londinense,  agradeció la hospitalidad, le deseó un futuro venturoso al pueblo y a toda la Argentina e hizo votos para que el “fair play” reinara sobre las circunstancias del partido que estaba por iniciarse.
La cancha estaba en un terreno contiguo al lugar donde se desarrolló el acto, en cercanías de Punta Reparo. Era un gran baldío, relativamente plano, que conformaba un rectángulo cuyos lados más extensos eran perpendiculares a la costa y tenía una orientación de oeste a este. El arco hacia el oriente estaba a no más de 50 metros del agua.
Media hora después de iniciarse el acto empezó el partido. Por instrucciones del árbitro, el público, compuesto por vecinos, autoridades y personal del H.M.S. Manchester, se paró detrás del arco cuyas espaldas daban a la playa, y de esa manera se quiso asegurar que la pelota no fuera a caer al agua. Algunas damas fueron autorizadas a buscar refugio detrás del paredón de la casa de Madame  Lisett, el único burdel del pueblo y que lindaba con el campo de juego.
Los Avestruces eligieron arco y decidieron patear a favor del viento, que provenía del oeste. Es decir, su arco era el más alejado de la playa y el viento jugaría con ellos en los primeros 45 minutos.
Los primeros 10 minutos de juego fueron, como dicen los comentaristas deportivos, para que cada contrincante estudiara al otro. Pero al minuto 12 Antonio Román, con la ayuda del viento cruzó toda la cancha con una pelota para el zurdo Gaduya; este, algo sorprendido por tener tamaña responsabilidad,  eludió al back derecho inglés y cuando el arquero salió a taparlo torpemente, logró filtrar la pelota junto a la cara interior del primer palo. Los del continente no lo podían creer, recién empezaba el partido y ganaban 1 a 0.
A partir de ese momento todos atrás a defender el resultado. Durante lo que restaba del primer tiempo, la “máquina para hacer goles” tuvo algunos avances hacia el arco rival, pero en esos pocos casos fueron prolijamente abatidos por la dupla de backs del equipo rival. Por otro lado Brett se convirtió en el héroe de la tarde, al parar varias pelotas que tenían hambre de red.
Iniciado el segundo tiempo, los ingleses ahora con ayuda del fuerte viento, comenzaron a asediar al arco continental. El Indio López resoplaba, Brett se revolcaba sobre el duro piso de la cancha y Antonio Román comenzó a sentir, en el fondo de su garganta, el gusto del lechón ingerido dos noches antes.
Cerca del minuto 20 del segundo tiempo hubo un caótico peloteo en el área de Los Avestruces.  Luis Sepúlveda despejó una pelota, pero con mala suerte y el 10 inglés la volvió al área. Allí fue que el Indio López la agarró de sobre pique y la pateó con fuerza hacia adelante y hacia arriba. Su patada coincidió con una ráfaga de viento más fuerte que las que habían sucedido hasta el momento. La pelota subió verticalmente y luego voló hacia la playa, superando a las personas que viendo el partido, estaban en el borde de la cancha. De allí cayó sobre el pedregal de la orilla y rebotó con dirección al océano. Con desesperación todos vieron como caía sobre la cresta de una ola y luego era arrastrada por la marea hacia adentro en el mar.
Hubo  desorientación entre jugadores y espectadores cuando todos advirtieron que era la única pelota y que sin ella el partido no podría proseguir. Unos marinos ingleses propusieron salir con bote a remos a rescatar el balón. El capitán Black de inmediato lo prohibió alegando la peligrosidad de la acción. Alejandro Monteverde, peón de campo de una estancia vecina, propuso ir a caballo hasta la población de Paso Ibáñez, que hoy se llama Comandante Luis Piedrabuena, y pedir una prestada allí. Pero también esa propuesta fue desechada porque llevaría toda la tarde ir, venir y cruzar en la balsa el río, y el partido no se podría reiniciar hasta el día siguiente.
Finalmente y luego de intensas conversaciones entre Estanislao Bórquez Alcántara, el Capitán Black, Kerby el Primer Oficial a Bordo, Serafín Grillo y Federico Brett, y atento a que ya habían transcurrido 65 minutos de los 90 previstos, se dio por terminado el partido con la victoria de Los Avestruces.
En tierra firme y hasta altas horas de la noche, había quienes celebraban. Entre los marineros no hubo tanta celebración y las manifestaciones de enojo y de amargura fueron amortiguadas por la férrea disciplina de la marina inglesa.
A la mañana siguiente partió hacia Punta Arenas, el buque de Su Majestad, Manchester y luego “…siendo las 15 hs. del día 26 de Mayo de 1911, en las instalaciones del Bar y Confitería del Hotel Progreso, se reúnen 36 vecinos de la localidad de Puerto Santa Cruz, con el objeto de constituir en este acto al Club Sportivo Santa Cruz … siendo la Comisión Directiva elegida para el primer período de gobierno el siguiente: Presidente C. Woolven, Vicepresidente Carlos Borgialli, Secretario Manuel Rodríguez, Tesorero H.J. Elbourne. Los vocales de esta Comisión son los siguientes: Nigel Dobrée, Archibaldo Halliday, Antonio Román, Próspero Ferrari, Francisco Lacroix y Antonio Gaduya…”

Cipolletti, Enero de 2017

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