martes, 19 de julio de 2011

El confín de la tierra

Pedro Dobrée 

Estancia Haberton  Tierra del Fuego
En la tarde del 31 de Diciembre de 1874, las ráfagas de lluvia helada acompañaban el fuerte viento del oeste que doblegaba los arbustos de la costa y aullaba al rozar las tablas de la pequeña casa. El mar había perdido su atractivo azul y solo se veía al oleaje indisciplinado intentando alcanzar a las gaviotas, que contra el viento se sostenían a poca distancia del agua.
En esta tarde y en la casa de la costa, nació el tercer niño blanco de la historia de Tierra del Fuego: Esteban Lucas Bridges.
Nació en una familia protagonista del progreso fueguino. Su padre fue el Reverendo Thomas Bridges, que junto a su esposa, María Varder, había llegado de Inglaterra, enviado por la Sociedad Misionera de Sud América, con el objeto de cristianizar las tribus indígenas de la isla y su archipiélago.
Thomás Bridges fue un típico misionero evangélico del siglo XIX. Combinaba una ciega fe en Dios, con un gran desprendimiento respecto a las ventajas de la moderna vida europea, una  obstinada  observancia de la moral puritana y el convencimiento que solo mediante el duro y disciplinado trabajo, se lograba el éxito, tanto en la tierra como en el cielo.
La Misión, que fundó a orillas del Canal de Beagle, se convirtió con el correr de pocos años en una villa en donde convivían otros miembros de la Sociedad Misionera y varias familias de yahganes, algunos en viviendas de tablas y otras simplemente en excavaciones en el suelo, semicubiertos con ramas y cueros de guanacos, al estilo tradicional de la tribu. Además de la pequeña iglesia, existía un orfanato para niños aborígenes sin familia. Este extraño y pequeño complejo urbano, en donde no faltaban las quintas y los corrales para animales, fue la base de lo que hoy es Ushuaia. Allí los Bridges tuvieron 6 hijos, Lucas incluido.
Thomas se constituyó en juez, consejero y amigo, de la comunidad Yahgan y Ona en el sur de la Isla. Fue también escritor, respetuoso observador de costumbres indígenas y analista y coleccionista de especies vegetales y animales. Tanto su monumental diccionario Inglés – Yahgán, de algo más de 32.000 palabras, cuya elaboración le llevó toda la vida, como su correspondencia con científicos ingleses y argentinos, entre los que se destaca el Dr. Francisco Moreno, lo revelaron como un formidable proveedor de información antropológica y máxima autoridad en referencia a conocimientos sobre la realidad fueguina a la llegada del hombre blanco.
En 1887, en reconocimiento por su obra, el Gobierno Nacional le otorgó tierras al este de Ushuaia, sobre la costa del Beagle, donde el canal se quiebra en una serie de ensenadas y bahías. Allí sobre una lonja de tierra entre la playa y el bosque, construye las instalaciones de Haberton, una de las estancias patagónicas más conocidas en el mundo entero y cuna de la riqueza ganadera de la isla.
A la muerte de Thomas, es Lucas quien encabeza la familia. En 1907 la familia había crecido de tal forma que la amplia casa en Haberton ya era insuficiente. Lucas decide solicitar más tierras y ante la respuesta positiva del gobierno, funda la estancia Viamonte, también sobre la costa del canal, cinco leguas al Oeste. Conforma para ello una sociedad  con uno de sus cuñados[1] y hace traer desde Inglaterra una sierra a vapor de 5 toneladas, para cortar la inmensa cantidad de tablones, postes y vigas, que las nuevas construcciones requerirían.
El respeto de los yahganes por su padre lo hereda Lucas y se extiende a los onas y los alacalufes. Con él estos pescadores y cazadores se convierten en carpinteros, esquiladores, domadores de caballos y pastores de ovejas.
A partir de una muy eficiente administración y gracias a los excelentes precios internacionales de la lana en las primeras décadas del siglo XX, las estancias Haberton y Viamonte, producen ingresos suficientes como para que Lucas Bridges y sus hermanos, junto a Mauricio Braun y Rudolf Stubenrauch se asociaran con la empresa Hobbs y Cía en un emprendimiento ganadero con asiento en Valdivia (Chile), con varias estancias de vacunos y ovejas, entre los que se destacan “Lago Posadas” (en Argentina) y “Valle del Chacabuco” (en Chile)[2]. Este grupo de propiedades, todas pertenecientes a una misma región, suponía la posibilidad de sacar lana hacia el Pacífico, mediante la navegación del Lago Buenos Aires (General Carrera en Chile), el Lago Bertrand y el río Baker, el más importante de la Patagonia Occidental.  El proyecto se había frustrado muchos años antes y supuso la muerte por escorbuto de 40 obreros por la demora en la llegada de alimentos; y nuevamente casi fracasa en la década del 20, por el asesinato de su administrador, lo que obligó la intervención personal de Bridges para salvar el emprendimiento.
Antes de todo esto, participó en la Primera Guerra en las filas inglesas y desarrolló, junto a uno de sus hermanos, un gran rancho ganadero en Sud África.
Hacia el final de sus días vivió en Buenos Aires. Allí en un elevado piso del Edificio Kavanah, fuera del alcance del smog y del ruido del tráfico, mirando hacia el Plata, trataba de recordar la claridad fría del aire fueguino.
Entusiasmado por su amigo Aimé Tschiffely, el jinete de Mancha y de Gato, se dispuso a escribir sus memorias. De este esfuerzo resultó un libro: “El Último Confín de la Tierra”. Una amenísima biografía, de buena vena literaria, levemente irónico, con interesantes apuntes antropológicos, que cubre la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX, de la historia fueguina. Escrito en inglés y editado por Hodder & Stoughton, de Londres (1948), fue luego traducido al castellano y reeditado en ambos idiomas varias veces desde entonces.  Clásico de la literatura patagónica, es un libro clave para interpretar, desde la isla, la llegada de la civilización europea y la coetánea desaparición de la de los onas, los yahganes y de los alacalufes.
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[1] Bridges y Reynolds, Compañía Granjera Ltda.
[2] Incluía también la Estancia del Lago Guío, que por un tiempo administró Hermann Brunswig, padre de María Brunswig, la autora del delicioso libro “Allá  en la Patagonia” (Javier Vergara Edit.; Bs. As. 1995)




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